domingo, 2 de diciembre de 2012

Reyes Magos en crisis

Es posible que este años sea más difícil ser los Reyes tan espléndidos que hemos sido hasta ahora. No debemos sentirnos culpables por ello. Muy al contrario, este es un buen momento para educar a nuestros hijos en nuevos valores, alejándolos del consumismo que nos ha invadido estos años atrás.

Dependiendo de la edad de los niños se les puede explicar que en el país de los Reyes también hay crisis y aclararles en qué consiste y como está afectando a todo el mundo. Sin alarmar ni hacerles sentir inseguridad o miedo al futuro, sino como un momento para disfrutar de otra manera.

Apóyales en el aprendizaje de cómo hacer elecciones, renunciar a cosas y tomar decisiones. Dirígeles la selección del juguete en función de vuestro presupuesto económico o a lo que tengáis acceso en organizaciones de reparto de juguetes. Es bueno limitar el número de juguetes que se pueden pedir, de esta forma tendrán unas expectativas realistas respecto a lo que deben esperar de los Reyes y no se sentirán después defraudados.

La ilusión de la Navidad no es el número de juguetes sino la alegría y la emoción que pongamos en ella. El que los padres compartan actividades con los hijos es la mayor felicidad que un niño puede tener. Si además aprovechamos para hacerles ver lo mucho que los valoramos y queremos, se sentirán felices. Es importante que participen en la decoración de la casa, incluso con los adornos que ellos mismos hayan confeccionado junto con vosotros. Adornarla  de una forma muy visual y colorista, con dibujos que ellos hayan hecho relativos a la Navidad, tiras de papel doradas, rojas, recortes de colores de revistas, etc.

El día de Reyes los niños pueden tener un regalo más importante y otras cositas pequeñas de las tiendas de bajo coste. Si alguno puede ser de montar, construir o recortar, mejor; así podréis continuar la mañana de reyes jugando. Si las envolvéis con papel de regalo, del que encuentras en las grandes superficies a disposición del público, ellos disfrutan  rasgando y rompiendo el papel. Llenad el salón de globos que después puedan jugar a explotar. Que dejen agua para los camellos, poner los zapatos, dibujos para los reyes, etc. Si son más mayores, pueden ser unas fiestas igual de mágicas si guardáis bien el secreto de cual será su regalo y el resto de sorpresas. Incluso esconder un último regalito para que lo encuentren siguiendo pistas.

A veces somos los adultos los que ponemos unas expectativas poco realistas respecto a lo que los niños quieren. Lo que les emociona realmente de la noche de reyes es la incertidumbre de no saber qué les van a traer; una vez conocido, termina el entusiasmo. Es ahí donde los padres podemos conseguir que realmente sea un día mágico, apartando por un rato nuestras preocupaciones cotidianas y centrándonos en que sea un día inolvidable de juego, risas, compartir e ilusión.