sábado, 23 de febrero de 2013

Apoyar a la familia en situación económica difícil.


Si tienes  familiares cercanos que están en el paro y lo están pasando muy mal, es seguro que te gustaría ayudarles, pero desgraciadamente, la economía es precaria para todos y te puede ser difícil. Pero siempre hay algo que podemos hacer.

Que personas cercanas a nosotros sufran el paro con toda su crudeza nos produce un gran malestar y es normal sentirnos impotentes cuando lo que nos gustaría sería poder encontrar soluciones eficaces y duraderas para manifestar nuestra ayuda. Pero esto no siempre es posible y el primer trabajo a realizar es sobre nosotros mismos, reconociendo y aceptando nuestras limitaciones. Pero esto no quiere decir que no podamos hacer nada, muy al contrario.

Nuestro papel se manifiesta entonces muy importante como apoyo social, fundamental en el afrontamiento de situaciones estresantes tan difíciles como es el desempleo prolongado. En este momento se modifica enormemente la red de relaciones y es de suma importancia ofrecernos como una referencia cierta, cercana y estable, ser la persona con la que pueden contar.

Es importante acoger las emociones vinculadas a su situación. Dependiendo de la persona y las circunstancias podemos encontrar culpa, vergüenza, frustración, impotencia, miedo, rabia … Todas ellas han de ser atendidas, la persona afectada necesita reconocer y expresar estas emociones, reconociendo aquello que su situación laboral le genera.

Ha de reconocerse como parte de un momento social difícil y que va a necesitar apoyarse en recursos externos; en tu situación, acompañarles a diferentes organismos y ayudarles en su búsqueda de empleo, les está facilitando no sentirse aislados y solos.

Un riesgo importante es quedarse estancado en situaciones de aislamiento y/o depresivas. Podemos ayudar a planificar las acciones, a retomar o a modificar relaciones sociales. Son momentos de “reconstruirnos”,  de asumir la responsabilidad de introducir cambios, de reconocernos útiles y de dotar a la vida de sentido. 

Evidentemente, nuestra dimensión laboral es muy importante, tanto que en ocasiones parece la única, pero no deja de ser una visión limitada de nosotros mismos.

Por último, es necesario desarrollar un optimismo realista, que ofrezca la visión de una búsqueda de empleo posible, ajustada a un mercado laboral complicado. Esta actividad, mantenida en el tiempo, acompañada de la búsqueda de funciones sociales satisfactorias, podría resultar un complemento fundamental para esa “reconstrucción” que no deja de ser un cambio en la perspectiva con la que vemos la vida.

El duelo en la tercera edad


Cuando fallece la pareja de un anciano, la pérdida sobrevenida para el cónyuge es doble. Por un lado la falta de su ser querido y por otro la pérdida de su vida tal y como la venía desarrollando tras muchos años. El anciano debe hacer frente a una nueva realidad, abordar cambios en su rutina de vida e incluso enfrentarse a la soledad, todo ello en un momento vital en el que ya no es fácil afrontar los cambios. Pueden tener sensación de pérdida del sentido de sus vidas.

Para conocer como está transcurriendo el proceso de duelo de nuestras personas mayores deberemos tener en cuenta ciertas características específicas. Suelen expresar las emociones de forma  menos intensa, aunque no por ello lo lamenten menos. Insisten en declarar falta de interés por vivir, quejas físicas e incremento de las dolencias en general; puede haber un mayor cansancio e incluso que aparezcan enfermedades oportunistas. Expresan una mayor hostilidad e irritabilidad y se enfadan más fácilmente. Es normal, la vida les acaba de golpear y están enfadados con el mundo, pagándolo con los que le rodean. El anciano puede mostrarse más retraído socialmente y no querer incorporarse a las actividades cotidianas que habitualmente desarrollaba, con tendencia a aislarse y abandonarse. Es un intento de negar la pérdida y no incorporarse al proceso de adaptación a la pérdida.  Es muy importante que aprendamos a reconocer esta sintomatología de la aflicción aguda para facilitarles el proceso de duelo y así prevenir estas complicaciones de desesperanza o de dependencia incapacitante.

Para apoyarles debemos hacerles ver lo importante que son para nosotros y lo mucho que les necesitamos. Recurrir a valores importantes para ellos, como su rol de madre o padre, aprovechando el sentimiento  de deber de ayuda a los hijos en circunstancias difíciles.  Solicitar su apoyo para vuestro propio proceso de duelo.  Darles motivación para querer vivir  haciéndoles sentirse útiles y necesitados. Por ello recomiendo que les pidamos ayuda en todo aquello que todavía tengan capacidad para ofrecernos: compañía, comidas especiales, cuidado de nietos, costura, recados, compras, etc. Que comprendan que aún les necesitamos, que sería muy duro perderles a ellos también y que aún son alguien muy importante en vuestras vidas con un papel que cumplir.