domingo, 29 de abril de 2012

Afrontar la enfermedad


Si te diagnostican una grave enfermedad es normal estar preocupado  incluso sobre el efecto que eso puede suponer en tu familia. Afrontarlo de forma saludable es un reto importante para ti y tu entorno.
Es necesario generar una forma de comunicación que haga participe a tu familia del proceso que estás experimentando, con cada cual según su edad y su disposición. A medio plazo, estrategias que eviten afrontar la enfermedad, suelen volverse en nuestra contra. Mira de frente la situación, reconociendo las pérdidas, las limitaciones y las emociones que éstas suscitan. Procesar las emociones implica reconocerlas y expresarlas ante la persona adecuada.
Hay que entender que eres una persona que tiene una enfermedad y no  un enfermo. Esta posición resulta ventajosa para dar los siguientes pasos.
Resulta útil ser parte activa en el tratamiento. Conocer y valorar las diferentes alternativas y participar en la toma de decisiones.
También, tras reconocer y aceptar los cambios sufridos,  verlo como una transición más de las  muchas que se dan a lo largo de la vida. En este caso, puede suponer vivir con limitaciones, pero eso no elimina la posibilidad de dirigir nuestra vida y orientarla según lo que para nosotros resulte importante.
Por último, queremos compartir contigo distintas herramientas que podrían servir para establecer estrategias de afrontamiento saludables: mantener un optimismo realista, vitalizar el apoyo familiar y social, el uso del humor, dar cariño, y permitirte recibirlo, mantener metas cercanas,… y en definitiva, activar todos los recursos posibles para dotar a la vida de la mayor calidad posible. 

adolescentes y alcohol


El problema del consumo de alcohol entre los jóvenes es un problema creciente.  Cada año se constata un descenso en la edad de inicio en el consumo de alcohol, actualmente se fija en 13,7 años, y aumenta el nº de  jóvenes de entre 14 y 18 años que admite haberse embriagado en el último mes, un 35,6%. Datos suficientes  para generar alarma.
El alcohol no deja de ser una droga controvertida, con mensajes contradictorios o ambiguos, es peligroso consumir pero es accesible, te digo que no consumas, pero yo lo hago. Lleva acompañándonos durante miles de años  pero, sin embargo, aparentemente no hemos aprendido a controlarlo.
España no es históricamente ajena a las consecuencias negativas del consumo de alcohol ya que contamos con antecedentes recientes donde se manifiestan las consecuencias de su consumo; adicciones, exclusión social, violencia doméstica, enfermedades derivadas,  accidentes de tráfico, …
¿Qué es entonces lo que hace especialmente alarmante este momento? Es el inicio temprano del uso y del abuso. Desde el punto de vista evolutivo, el joven resulta especialmente vulnerable al encontrarse en un momento crucial para su desarrollo. Influye el consumo de alcohol en el establecimiento de hábitos relacionales, en el desarrollo de una adecuada madurez emocional y en el acercamiento a determinadas conductas que podrían resultar autolesivas.
Analizar las causas que pudieran dar como resultado la situación actual es complejo. Se trata de un fenómeno multicausal en el que influyen factores del contexto, como la disponibilidad y la cultura dominante,  factores individuales, como la personalidad y el mundo de las creencias y valores, y factores relacionales, relaciones familiares e influencia de iguales. La interacción entre unos y otros forjará un modelo de conducta sobre el que tendríamos que intervenir.
A nivel comunitario es muy importante el papel de los medios de comunicación en los que todavía se vincula el consumo de alcohol al éxito social, situación que se debiera revertir a través de una información adecuada. Otro punto importante es la disponibilidad, pero no sólo refiriéndonos al acceso al alcohol, sino a la elevada disponibilidad de modelos cercanos al consumo de alcohol que lo hacen parte de la vida del joven. Por último, otro bloque importante de intervención desde la comunidad es el fomento de hábitos de vida saludables, incompatibles con el consumo de alcohol u otras drogas.
Para finalizar, y buscando herramientas para la intervención en la familia mencionaremos algunos aspectos que nos facilitarán nuestra tarea educativa. El básico es establecer un marco de comunicación facilitador, debemos escuchar a nuestros hijos y hacer que ellos lo perciban, que se sientan valorados resulta fundamental para que se puedan valorar a sí mismos. Hay que fomentar el desarrollo de valores firmes en ellos, que no siempre serán los nuestros, elementos motivacionales que dotaran de sentido a sus vidas y les hará resistentes a la influencia del medio. Con este objetivo también será necesario estimular y reforzar procesos de toma de decisiones en un contexto de responsabilidad y de un marco de normas y límites claros. Y queríamos cerrar esta reflexión aludiendo a una máxima en el proceso educativo, no podemos evadirnos ni delegar nuestra responsabilidad como padres, siempre somos un modelo cercano para nuestros hijos y de nuestra forma de comportarnos en la familia y como ciudadanos depende gran parte de nuestro éxito como educadores.