sábado, 23 de febrero de 2013

El duelo en la tercera edad


Cuando fallece la pareja de un anciano, la pérdida sobrevenida para el cónyuge es doble. Por un lado la falta de su ser querido y por otro la pérdida de su vida tal y como la venía desarrollando tras muchos años. El anciano debe hacer frente a una nueva realidad, abordar cambios en su rutina de vida e incluso enfrentarse a la soledad, todo ello en un momento vital en el que ya no es fácil afrontar los cambios. Pueden tener sensación de pérdida del sentido de sus vidas.

Para conocer como está transcurriendo el proceso de duelo de nuestras personas mayores deberemos tener en cuenta ciertas características específicas. Suelen expresar las emociones de forma  menos intensa, aunque no por ello lo lamenten menos. Insisten en declarar falta de interés por vivir, quejas físicas e incremento de las dolencias en general; puede haber un mayor cansancio e incluso que aparezcan enfermedades oportunistas. Expresan una mayor hostilidad e irritabilidad y se enfadan más fácilmente. Es normal, la vida les acaba de golpear y están enfadados con el mundo, pagándolo con los que le rodean. El anciano puede mostrarse más retraído socialmente y no querer incorporarse a las actividades cotidianas que habitualmente desarrollaba, con tendencia a aislarse y abandonarse. Es un intento de negar la pérdida y no incorporarse al proceso de adaptación a la pérdida.  Es muy importante que aprendamos a reconocer esta sintomatología de la aflicción aguda para facilitarles el proceso de duelo y así prevenir estas complicaciones de desesperanza o de dependencia incapacitante.

Para apoyarles debemos hacerles ver lo importante que son para nosotros y lo mucho que les necesitamos. Recurrir a valores importantes para ellos, como su rol de madre o padre, aprovechando el sentimiento  de deber de ayuda a los hijos en circunstancias difíciles.  Solicitar su apoyo para vuestro propio proceso de duelo.  Darles motivación para querer vivir  haciéndoles sentirse útiles y necesitados. Por ello recomiendo que les pidamos ayuda en todo aquello que todavía tengan capacidad para ofrecernos: compañía, comidas especiales, cuidado de nietos, costura, recados, compras, etc. Que comprendan que aún les necesitamos, que sería muy duro perderles a ellos también y que aún son alguien muy importante en vuestras vidas con un papel que cumplir.

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